«CASO PESCANOVA»

El Caso Pescanova: de la época de oro a la caída por fraude financiero.

Como ya sabéis, solemos comentar las sentencias más relevantes relativas al Derecho Concursal, pero hay una que concretamente destapó una trama fraudulenta de más de 10 años, y tuvo lugar en España.

El caso Pescanova, uno de los mayores escándalos financieros en España, conmocionó al país y dejó una profunda crisis tanto en el ámbito empresarial como en los inversores. Este fraude, que se gestó durante más de una década, culminó en la quiebra de una de las empresas más emblemáticas del sector pesquero. La historia de Pescanova, desde su fundación hasta su desplome, refleja los peligros de la mala gestión, la manipulación financiera y la falta de supervisión.

Por poner un poco en contexto, la empresa Pescanova fue fundada en 1960 por José Fernández López en Vigo, Galicia, y rápidamente se destacó por su innovación en la pesca y la producción. La empresa desarrolló una tecnología pionera que permitió a sus barcos procesar y congelar pescado directamente en alta mar, posicionándose así como líder en el sector pesquero. El sucesor de la empresa fue su hijo, Manuel Fernández de Sousa, quien buscaba una expansión internacional bajo un plan muy ambicioso.

Para 2012, Pescanova era la cuarta pesquera más grande del mundo, con plantas en varios continentes y más de 10.000 empleados. Su crecimiento se mantuvo en auge, hasta que una serie de decisiones erróneas comenzaron a poner en riesgo la estabilidad financiera de la empresa.

El caso comenzó a desmoronarse en marzo de 2013, cuando Pescanova anunció su entrada en preconcurso de acreedores. En ese momento, la empresa estaba al borde de la quiebra, y sus cuentas, que reflejaban crecimiento y beneficios, fueron descubiertas como fraudulentas. A través de un sistema de contabilidad paralela, la cúpula de la empresa, liderada por Fernández de Sousa y formada por personas especialmente relacionadas con él, había estado manipulando las cifras para ocultar una deuda superior a los 3.000 millones de euros.

Pescanova había estado emitiendo facturas falsas, inflando ventas y creando líneas de crédito sin respaldo de mercancías, lo que permitió a la empresa seguir operando durante años a pesar de su insolvencia. A medida que las auditorías forenses revelaron la magnitud del fraude, la situación se tornó insostenible.

En 2020, la Audiencia Nacional dictó una histórica sentencia condenando no solo a varios miembros de la cúpula directiva de Pescanova, incluido Manuel Fernández de Sousa, por falsificación de cuentas y estafa agravada, sino también a la firma auditora BDO y a el auditor Santiago Sañé por no cumplir con su deber de garantizar la transparencia financiera, lo que permitió que el fraude pasara desapercibido durante años, y obligándoles a indemnizar a los accionistas.

En febrero de 2023, el Tribunal Supremo en Sentencia 441/2023  absolvió a BDO y a su auditor Santiago Sañé, revocando la sentencia de la Audiencia Nacional, lo que generó controversia sobre la responsabilidad de la firma auditora en el caso.

Las causas que llevaron a la quiebra de Pescanova fueron múltiples. Entre ellas se destacan un modelo de financiación piramidal, en el que la empresa pedía nuevos créditos para cubrir los existentes, y un plan de inversiones excesivamente ambicioso. Además, la crisis financiera de 2008 exacerbó los problemas, llevando a la empresa a manipular sus cuentas para seguir obteniendo fondos. La presión para mantener una imagen de éxito ante los inversores fue otro factor clave en el encubrimiento del fraude.

El fraude de Pescanova tuvo un impacto devastador en diversas partes. Miles de pequeños accionistas, que representaban entre el 50% y el 70% del capital social, perdieron sus ahorros. Los bonistas, que adquirieron bonos por un valor de 450 millones de euros, vieron cómo sus inversiones se desmoronaban. Los bancos que financiaron a Pescanova, como Abanca, Banco Sabadell y CaixaBank, tuvieron que condonar gran parte de la deuda, mientras que proveedores y clientes también fueron afectados por facturas falsas y transacciones fraudulentas.

Tras la quiebra, Pescanova fue reestructurada bajo el nombre de “Nueva Pescanova”, con el control de sus principales acreedores, siendo Abanca el principal accionista, que terminó por vender la empresa en el año 2023 a un fondo de inversiones.

El caso Pescanova subraya la importancia de una adecuada auditoría financiera, la transparencia y la máxima honestidad y responsabilidad con la que deben trabajar las empresas. A pesar de su crecimiento y éxito, la falta de control en sus finanzas llevó a Pescanova al borde de la desaparición.

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